15.2.07

Nos estamos mudando

Esta loca idea se está mudando a www.coleccionandoprincipios.com para poder darle más belleza y navegar mejor.

Hemos vuelto a crear a todos los usuarios registrados aquí en blogger, en el nuevo blog (Wordpress)

Para que os sea más sencillo, recibireis un correo con vuestro nombre de usuario y vuestra contraseña. Luego la podeis cambiar y, para cualquier incidencia de gestión de usuarios, podeis usar: coleccionistas@coleccionandoprincipios.com

Y para cualquiera, puede apuntarse directamente: http://coleccionandoprincipios.com/wp-register.php

Seguro que tenemos lío por lo menos durante una semana, pero ...

Adelante coleccionistas.

13.2.07

Esto es Nueva York


Nueva York concederá el don de la soledad y el don de la intimidad a cualquiera que esté interesado en obtener tan extrañas recompensas.

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Caperucita en Manhattan




La ciudad de Nueva York siempre aparece muy confusa en los atlas geográficos y al llegar se forma un poco de lío. Está compuesta por diversos distritos, señalados en el mapa callejero con colores diferentes, pero el más conocido de todos es Manhattan, el que impone su ley a los demás y los empequeñece y los deslumbra. Le suele corresponder el color amarillo. Sale en las guías turísticas y en el cine y en las novelas. Mucha gente se cree que Manhattan es Nueva York, cuando simplemente forma parte de Nueva York. Una parte especial, eso sí.

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Memorias de un antisemita


SKUCHNO


Skuchno es una palabra rusa difícil de traducir. Significa algo más que un intenso aburrimiento: un vacío espiritual, un anhelo que atrae como una vorágine imprecisa y vehemente.
Cuando tenía trece años, la "edad del pavo", como la llamaban los maestros de aquel entonces, mis padres ya no sabían que hacer conmigo. Vivíamos entonces en la Bucovina, una región del sudeste europeo que ahora parece casi astronómicamente remota. También lo que aquí relato parece tan lejano, no sólo en el espacio sino en el tiempo, que a veces creo haberlo soñado. Y sin embargo comienza como una historia común y corriente.



Gregor Von Rezzori, Memoiren eines Antisemiten
Traducción del alemán de Juan Villoro
Anagrama, Barcelona 1988

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La campana de cristal




La Campana de Cristal


CAPÍTULO UNO

Era un verano extraño, sofocante, el verano en que electrocutaron a los Rosenberg y yo no sabía qué estaba haciendo en Nueva York. Les tengo manía a las ejecuciones. La idea de ser electrocutada me pone mala, y eso era lo único que se podía leer en los periódicos, titulares que como ojos saltones me miraban fijamente en cada esquina y en cada entrada al Metro, mohosas e invadidas por el olor de los cacahuates. No tenía nada que ver conmigo, pero no podía evitar preguntarme qué se sentiría al ser quemado vivo de la cabeza a los pies.
.....Pensé que debía de ser la cosa más terrible del mundo.
Nueva York, era bastante desagradable. A las nueve de la mañana la falsa frescura campestre que de algún modo rezumaba durante la noche, se evaporaba como la parte final de un dulce sueño. Color gris espejismo en el fondo de sus desfiladeros de granito, las calles tras las capotas de los coches se chamuscaban y brillaban y el polvo seco y ceniciento se metía en los ojos y en la garganta.
.....Seguí oyendo hablar de los Rosenberg por la radio y en la oficina hasta que ya no pude apartarlos de mi mente. Era como la primera vez que vi un cadáver.
.....Durante semanas, la cabeza del cadáver –o lo que quedaba de ella- flotaba entre los huevos con tocino de mi desayuno y detrás del rostro de Buddy Willard, principal responsable en principio de que lo hubiera visto, y no tarde en tener la sensación de llevar conmigo la cabeza del cadáver atada con una cuerda, como una especie de globo negro sin nariz que hediera a vinagre.

La campana de cristal, Sylvia Plath, Traducción de Elena Rius, Editorial pocket edhasa

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12.2.07

LA CASA DE BERNARDA ALBA

Acto primero.

(Habitación blanquísima del interior de la casa de Bernarda. Muros gruesos. Puertas en arco con cortinas de yute rematadas con madroños y volantes. Sillas de anea. Cuadros con paisajes inverosímiles de ninfas, o reyes de leyenda. Es verano. Un gran silencio umbroso se extiende por la escena. Al levantarse el telón está la escena sola. Se oyen doblar las campanas.)

(Sale la CRIADA 1ª)

CRIADA
Ya tengo el doble de esas campanas metido entre las sienes.

LA PONCIA
(Sale comiendo chorizo y pan.)
Llevan ya más de dos horas de gori-gori. Han venido curas de todos los pueblos. La iglesia está hermosa. En el primer responso se desmayó la Magdalena.

CRIADA
Ésa es la que se queda más sola.

PONCIA
Era la única que quería el padre. ¡Ay! Gracias a Dios que estamos solas un poquito. Yo he venido a comer.

CRIADA
¡Si te viera Bernarda!

PONCIA
¡Quisiera que ahora, como no come ella, que todas nos muriéramos de hambre!¡Mandona! ¡Dominanta! ¡Pero se fastidia! Le he abierto la orza de chorizos.
[...]

La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca. El País, Clásicos Españoles.

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Memorias de un amante sarnoso


Hasta cumplir los cuatro años no establecí diferencia alguna entre los sexos. Iba a escribir "entre los dos sexos", pero ahora se dan tantos matices, que si alguien dice "los dos sexos" se expone a que lo amigos le consideren un caduco anacrónico y se pregunten en qué caverna habrá vivido uno en las últimas décadas.



"Memorias de un amante sarnoso". Groucho Marx
Los libros de la Frontera. Barcelona 1974
Traducción de Diego Hernández sobre la 1ª edición inglesa de 1963

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"La Realidad y el Deseo"





Primeras poesías


I

Va la brisa reciente
Por el espacio esbelta,
Y en las hojas cantando
Abre una primavera.

Sobre el límpido abismo
Del cielo se divisan,
Como dichas primeras,
primeras golondrinas.

Tan sólo un árbol turba
la distancia que duerme
Así el fervor alerta
La indolencia presente.

Verdes están las hojas,
El crepúsculo huye,
Anegándose en sombra
Las fugitivas luces

En su paz la ventana
Restituye a diario
Las estrellas, el aire
Y el que estaba soñando.



Luis Cernuda - La Realidad y el Deseo (1924-1962)
Edición de Círculo de Lectores con doce dibujos de Frederic Amat.
Prólogo de Francisco Brines.

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Represalia


13.01, hora de Centroeuropa
Dejad que los niños se acerquen a mí.
Cuando explotó la primera bomba, la onda expansiva arrojó a los niños muertos contra el muro. Se habían asfixiado el día anterior en un sótano. Habían depositado sus cuerpos en el cementerio porque sus padres combatían en el frente y había que buscar primero a las madres. Sólo hallaron a una, pero yacía aplastada bajo los escombros. Así era la represalia.

Gert Ledig

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11.2.07

Ruido de fondo


"Los automóviles -todos de tipo ranchera- llegaron al mediodía a través de la zona oeste del campus. En fila india, rodearon la anaranjada escultura en forma de viga de sección rectangular y avanzaron en dirección a los dormitorios. Concienzudamente aseguradas sobre sus techos, transportaban numerosas maletas llenas de prendas ligeras y ropa de abrigo; junto a ellas podían verse cajas repletas de mantas, botas y zapatos, libros y papel de carta, sábanas, almohadas, edredones, alfombras enrolladas y sacos de dormir, así como bicicletas, esquíes, mochilas, sillas de montar inglesas y vaqueras y botes hinchables. A medida que los vehículos entraban y se detenían, numerosos estudiantes saltaban de sus asientos y se precipitaban hacia las puertas traseras para iniciar la descarga de los objetos apilados en su interior: equipos de música, radios y ordenadores personales; pequeños refigeradores y utensilios de cocina; cajas de discos y de casetes; secadores y rizadores de pelo; raquetas de tenis, balones de fútbol, palos de hockey y de lacrosse, arcos y flechas; sustancias controladas, píldoras y sistemas anticonceptivos; alimentos y chucherías aún no extraídos de sus bolsas: patatas fritas con sabor a ajo y cebolla, nachos, empanadas de crema de cacahuete, Waffelos y Kabooms, caramelos blandos de frutas variadas y palomitas al café, gaseosas Dum-Dum y pastillas de menta Mystic.
Durante los últimos veintiún años he sido testigo de este espectáculo todos los meses de septiembre e invariablemente se trata de un acontecimiento digno de verse. Los estudiantes se saludan unos a otros con cómicos gritos y ademanes que parecen sugerir un estado de intoxicación alcohólica."

Don DeLillo

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Alice's adventures in wonderland


Alice's adventures in wonderland
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Chapter I
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Down the Rabbit-Hole
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Alice was beginning to get very tired of sitting by her sister on the bank, and of having nothing to do: once or twice she had peeped into the book her sister was reading, but it had no pictures or conversations in it, "hand what is the use of a book," thought Alice, "without pictures or conversations?"
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Lewis Carroll

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Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas
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Capítulo I
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Por la madriguera abajo
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Alicia empezaba a cansarse de estar allí sentada con su hermana a orillas del río sin tener nada que hacer. De vez en cuando se asomaba al libro que estaba leyendo su hermana, pero era un libro sin ilustraciones ni diálogos, "y ¿de qué sirve un libro -se preguntaba Alicia- que no tiene diálogos ni dibujos?".
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Versión castellana de
Ramón Buckley
Ilustraciones originales de Sir John Tenniel

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Adán Buenosayres


El pañuelito blanco

que te ofrecí

bordado con mi pelo...


Templada y riente (como lo son las de otoño en la muy graciosa ciudad de Buenos Aires) resplandecía la mañana de aquel veintiocho de abril: las diez acababan de sonar en los relojes, y a esa hora, despierta y gesticulante bajo el sol mañanero, la Gran Capital del Sur era una mazorca de hombres que se disputaban a gritos la posesión del día y de la tierra.


Leopoldo Marechal


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Alicia en el país de las maravillas

Capítulo I - Descenso por la madriguera

Alicia empezaba a estar harta de seguir tanto rato sentada en la orilla, junto a su hermana, sin hacer nada: una o dos veces se había asomado al libro que su hermana estaba leyendo, pero no tenía ilustraciones ni diálogos, "¿y de qué sirve un libro - pensó Alicia - si no tiene ilustraciones ni diálogos?".

Así que estaba considerando (como mejor podía, pues el intenso calor la hacía sentirse muy torpe y adormilada) si la delicia de tejer una guirnalda de margaritas le compensaría de la molestia de incorporarse y recoger las flores, cuando de pronto un Conejo Blanco de ojos rosados pasó velozmente a su lado.


Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas
Traducción de Luis Maristany. Vicens Vives, 1988
Ilustración original de John Tenniel

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Marianela

Se puso el sol. Tras el breve crepúsculo vino tranquila y oscura la noche, en cuyo negro seno murieron poco a poco los últimos rumores de la tierra soñolienta, y el viajero siguió adelante en su camino, apresurando su paso a medida que avanzaba el de la noche. Iba por angosta vereda, de esas que sobre el césped traza el constante pisar de hombres y brutos, y subía sin cansancio por un cerro en cuyas vertientes se alzaban pintorescos grupos de guindos, hayas y robles. (Ya se ve que estamos en el norte de España).

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10.2.07

Peter Pan


Todos los niños del mundo, menos uno, crecen. Y no sólo crecen, sino que en seguida saben que han de crecer. Nuestra Wendy lo supo del modo siguiente:
Cierto día, cuando sólo contaba dos años, estaba jugando en un jardín; arrancó una flor y corrió a llevársela a su madre. Es de suponer que debía de estar encantadora, pues la señora Gentil, poniéndose una mano sobre el corazón, exclamó: "Oh! ¿Por qué no habrías de quedarte así para siempre?" Nada más que esto sucedió entre las dos, pero, desde entonces, Wendy supo que crecería. Se sabe esto siempre después de cumplir los dos años. Los dos años son el principio del fin.

J.M.Barrie. Peter Pan. Juventud.

la ilustración es de Susanne Janssen. Peter Pan. éditions Être, 2005.

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Cien Poemas



2
Existe otro firmamento
Siempre sereno y bello
Y hay otra luz del sol
Aunque esté oscuro allí
Emily Dickinson, Collected Poems
Traducción y notas de Ricardo Jordana y M. Dolores Macarula
Orbis-Fabbri, Barcelona 1997

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La casa de papel


Uno


En la primavera de 1998 Bluma Lennon compró en una librería del Soho un viejo ejemplar de los Poemas, de Emily Dickinson, y al llegar al segundo poema, sobre la primera bocacalle, la atropelló un automóvil.


Carlos María Domínguez

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El curioso incidente del perro a medianoche


Pasaban 7 minutos de la medianoche. El perro estaba tumbado en la hierba, en medio del jardín de la casa de la señora Shears. Tenía los ojos cerrados. Parecía estar corriendo echado, como corren los perros cuando, en sueños, creen que persiguen a un gato. Pero el perro no estaba corriendo o dormido. El perro estaba muerto.

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Seda


Aunque su padre había imaginado para él un brillante porvenir en el ejército, Hervé Joncour había acabado ganándose la vida con una insólita ocupación, tan amable que, por singular ironía, traslucía un vago aire femenino.
Para vivir, Hervé Joncour compraba y vendía gusanos de seda.
Era 1861. Flaubert estaba escribiendo Salammbô, la luz eléctrica era todavía una hipótesis y Abraham Lincoln, al otro lado del océano, estaba combatiendo en una guerra cuyo final no vería.
Hervé Joncour tenía treinta y dos años.
Compraba y vendía.
Gusanos de seda.
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Alessandro Baricco

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Melocotones helados


Existen muchos modos de matar a una persona y escapar sin culpa
Espido Freire

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9.2.07

Rayuela

¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.

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Libro de Réquiems


ORACION
En el cementerio protestante de Capri hay una sepultura con un reloj de sol y una cita de Mazzini, escrita en inglés: THERE IS NO DEATH IN THIS WORLD, ONLY FORGETFULNES (no existe la muerte, sino sólo el olvido).
Este Libro de Réquiems es también, en cierta manera, un libro de memorias; porque, en sus páginas he reunido a grandes y pequeños personajes que forman parte de mi vida. Y no se puede rendir homenaje a los maestros, a los amigos y a los recuerdos sin recurrir a las confesiones personales.
Después de muchos años de ejercer el oficio de escritor, he llegado a la conclusión de que un libro no tiene interés si no lleva dentro una buena parte del corazón de su autor. Por eso, en los últimos años de mi vida, me dediqué a recuperar los recuerdos que no había llevado a mis libros o que había ido dejando dispersos en artículos, charlas, citas... Tengo la idea de que el mundo ha caído en un preocupante estado de amnesia. A los malos políticos y a los grandes productores de basura les conviene que no haya referencias a la calidad. Así puede venderse todo en una oferta de "novedad". Y las referencias del buen gusto y de la cultura (maestros, artistas, genios e ingenios) desaparecen devoradas por un torrente de vulgaridades que hoy se promocionan en el negocio, se enaltecen en la propaganda y se estudian en las escuelas.
Tuve la suerte de vivir en una época que, culturalmente, era más rica, más exigente, más intensa. Y guiado por mis maestros, llegué a conocer algunos personajes interesantes. Pero nunca consideré que la cultura pudiera ser un adorno ni una renta útil, esas apariencias que tanto seducen a los burgueses. Aprendí lo mejor en los viajes y en las aventuras, devorando libros que transformaron mi vida, dejándome llevar por los sueños y los deseos, cometiendo y pagando mis propios errores. Por eso creo que tengo una deuda con los jóvenes que hoy se educan, desgraciadamente, en manos de una poderosa industria que les vende lo que quiere: en los libros, en la música, en la televisión, en el cine...
Durante muchos años me negué a dar a la imprenta este libro porque pienso que el mundo sagrado de la edición se ha profanado con la educación de los escritores en la cultura del premio y del best séller. La literatura es justamente lo contrario: el sueño de dar vida a un libro único, a un libro buscado, a un libro irrepetible, no tanto por su valor - cualidad que siempres es relativa - sino porque lleva la traza personal del ser humano que lo escribió. Todo artesano ama sus herramientas. Y el papel, la pluma y la tinta son los fetiches del escritor. Por eso, no hay página tan disfrutada como la que se escribe a mano, en papel limpio, con pluma de tinta y primorosa letra; aunque luego vaya a la papelera.
Mauricio Wiesenthal, Libro de Réquiems
Edhasa. Barcelona,2004

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Muchos años después

Muchos años después, rente al cuerpo sin vida de Odile, había de evocar aquella tarde remota en que su madre le llevó por primera vez a casa de los Zúñiga.


José Antonio Gabriel y Galán, 1991, Premio Eduardo Carranza, cuyo jurado estaba compuesto, entre otros, por Gabriel García Márquez.

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Cien años de soledad

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.

Gabriel García Márquez, 1967

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El país de las últimas cosas

Estas son las últimas cosas - escribía ella -. Desaparecen una a una y no vuelven nunca más. Puedo hablarte de las que yo he visto, de las que ya no existen; pero dudo que haya tiempo para ello. Ahora todo ocurre tan rápidamente que no puedo seguir el ritmo.

Paul Auster
[Más info sobre la imagen aquí]

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Jane Eyre

Aquel día no fue posible salir de paseo. Claro que por la mañana habíamos estado deambulando entre los arbustos desnudos durante una hora; pero después de comer (la señora Reed comía temprano cuando no había visitas), el frío viento invernal trajo consigo unas nubes tan sombrías y una lluvia tan recia, que se disipó toda posibilidad de volver a salir.
Yo me alegré. No me gustaban los paseos largos, sobre todo en aquellas tardes tan frías: el regreso a casa al anochecer me resultaba penoso, siempre con los dedos agarrotados, el corazón entristecido por las reprimendas de Bessie, la niñera, y humillada por la conciencia de mi inferioridad física respecto a Eliza, John y Georgiana Reed.

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"EL LÁPIZ DEL CARPINTERO"

Manuel Rivas, 1998



Uno

Está arriba, en la galería, escuchando a los mirlos. Carlos Sousa, el periodista, dijo gracias cuando ella lo invitó a pasar con el gesto de una sonrisa. Sí, gracias, pensó mientras subía la escalera, a la puerta de cada casa debería haber dos ojos como ésos.
Sentado en una silla de mimbre, junto a una mesa camilla, con la mano posada en el libro abierto como quien hace suya y mediata una página brillante, el doctor Da Barca miraba hacia el jardín, envuelto en un aura de luz invernal.
La estampa sería apacible si no fuera por la mascarilla de oxígeno. El tubo que lo unía a la bombona pendía sobre las flores blancas de las plantas de azalea. A Sousa la escena le pareció de una inquietante y cómica melancolía.
Cuando se dio cuenta de la visita, alertado por el crujir de las tablas del suelo de la sala, el doctor Da Barca se levantó y se quitó la mascarilla con una sorprendente agilidad, como si fuese el mando de una consola infantil. Era alto y ancho de hombros, y mantenía alzados los brazos en arco. Parecía que su función más natural era la del abrazo.
Sousa se quedó perplejo. Iba con la idea de que se trataba de visitar a un agonizante [...]


Foto: Agustí Centelles
Título original: O lapis do carpinteiro - Punto de Lectura, S. L.
Traducción de Dolores Vilavedra.


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Tormenta de verano





En principio, lo peor fue que la muchacha, además de muerta, apareciese desnuda en la playa.


Juan García Hortelano, 1969.

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8.2.07

Memorias de Adriano


ANIMULA

VAGULA

BLANDULA


Querido Marco:

He ido esta mañana a ver a mi médico Hermógenes, que acaba de regresar a la Villa después de un largo viaje a Asia.

El examen debía hacerse en ayunas; habíamos convenido encontrarnos en las primeras horas del día. Me tendí sobre un lecho luego de despojarme del manto y la túnica.


(Traducción: Julio Cortázar)

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Coraline

Coraline descubrió la puerta al poco tiempo de mudarse de casa.

Neil Gaiman

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La princesa prometida


Éste es el libro que más me gusta de todos, aunque nunca lo he leído.

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El túnel


Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona.
Ernesto Sábato

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El baile


La señora Kampf entró en la sala de estudios y cerró la puerta con tal brusquedad que la araña decristal tintineó con un leve y puro sonido de cascabel. todos sus colgantes agitados por la corriente de aire. Pero Antoinette no dejó de leer, tan encorvada sobre el pupitre que sus cabellos tocaban las páginas. Su madre la contempló unos instantes sin hablar, antes de plantarse delante de ella con los brazos cruzados.

-Podrías hacer un esfuerzo al ver a tu madre- exclamó-. ¿No crees, hija mía?¿Otienes el trasero pegado a la silla? Qué distinción...


Irène Némirovsky

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7.2.07

Risa en la oscuridad



Érase un hombre llamado Albinus, que vivía en Berlín, Alemania. Era rico, respetable, feliz. Un día abandonó a su mujer por una amante joven; amó; no fue amado; y su vida acabó en un desastre.

Éste es el cuento, en suma, y podríamos haberlo dejado aquí si no fuera por el interés y el placer de narrarlo. Pues aunque basta el espacio de una lápida para contener, encuadernada en musgo, la versión abreviada de la vida de un hombre, los detalles siempre se agradecen.

Vladimir Nabokov. Laughter in the Dark.

Traducción del inglés de Javier Calzada. Círculo de Lectores/Anagrama, 2001

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Playa de acero


Dentro de cinco años el pene será obsoleto –declaró el vendedor.

John Varley

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El bosque de la noche (Nightwood)

UNA PROFUNDA REVERENCIA
A principios de 1880, pese a tener fundadas dudas acerca de la conveniencia de perpetuar esa raza que posee la aprobación del Señor y la reprobación de los hombres, Hedvig Volkbein —vienesa de gran vigor y belleza militar, en un lecho con dosel de intenso y espectacular carmesí, con las alas bifurcadas de la casa de Habsburgo estampadas en la cenefa y edredón de plumas
con el escudo de los Volkbein fastuosamente bordado en oro viejo— dio a luz, a los cuarenta y cinco años, a su único hijo, siete días después del anunciado por su médico para el parto.
Volviéndose y contemplando su campo visual, que vibraba con la trepidación de un batir de cascos de caballlos en la calle, la mujer, con la prosopopeya del general que saluda a la bandera, le puso el nombre de Félix, parió y murió. El padre había sucumbido a unas fiebres seis meses antes. (...)

Djuna Barnes. Traducción de Ana M.ª de la Fuente. Barcelona: Seix Barral, 1987.

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Shanghai Baby


Mi nombre es Nike, pero mis amigos me llaman Cocó (como Cocó Chanel, esa famosa señora francesa que murió a los noventa años, mi ídolo número dos; el número uno es Henry Miller, naturalmente). Cada mañana, al despertar, pienso en qué cosa extraordinaria hacer para llamar la atención a la gente. Me imagino el día en que me elevaré por el cielo de la ciudad estallando en un espléndido ramillete pirotécnico; ése es el único ideal de mi vida, mi única razón para existir.

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Cosecha roja


La primera persona a quien oí llamar Poisonville a la ciudad de Personville fue un zafrero pelirrojo, en el Gran Barco de Butte. Pero también cambiaba en diptongos otras erres. Y no presté atención a lo que hiciera con el nombre de la ciudad. Más tarde escuché a otros hombres capaces de habérselas con las erres pronunciar el nombre de igual manera. Aún así, no vi en ello sino un ejemplo más de ese inane donaire que suele inspirar los retruécanos de la germanía. Pero unos años más tarde fui a Personville y entonces comprendí mejor el porqué.

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Me llamo Rojo


Ahora estoy muerto, soy un cadáver en el fondo de un pozo. Hace mucho que exhalé mi último suspiro y que mi corazón se detuvo pero exceptuando el miserable de mi asesino, nadie sabe lo que me ha ocurrido.

En cuanto a él, ese repugnante villano, escuchó mi respiración y comprobó mi pulso para estar bien seguro de que me había matado, luego me dio una patada en el costado, me llevó hasta el pozo, me alzó por encima del brocal y me dejó caer. Mi cráneo, que antes había roto con una piedra, se destrozó al caer al pozo, mi cara, mi frente y mis mejillas se fragmentaron hasta el punto de desaparecer; se me rompieron los huesos, mi boca se llenó de sangre.

Orhan Pamuk "Me llamo Rojo". Trad. Rafael Carpintero

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Orgullo y Prejuicio




Es una verdad universalmente reconocida que al hombre soltero, poseedor de fortuna cuantiosa, le hace falta casarse.
Jane Austen, "Orgullo y Prejuicio". Trad. Lázaro Ros.

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El barón rampante

Fue el 15 de junio de 1767 cuando Cosimo Piovasco di Rondó, mi hermano, se sentó por última vez entre nosotros. Lo recuerdo como si fuera hoy. Estábamos en el comedor de nuestra villa de Ombrosa, las ventanas enmarcaban las tupidas ramas del gran acebo del parque. Era mediodía, y nuestra familia, siguiendo una antigua tradición, se sentaba a la mesa a esa hora, pese a que ya cundía entre los nobles la moda, llegada de la poco madrugadora Corte de Francia, de almorzar a media tarde. Soplaba un viento del mar, recuerdo, y se movían las hojas. Cosimo dijo:

- ¡He dicho que no quiero y no quiero! - y rechazó el plato de caracoles. Jamás se había visto desobediencia más grave.

Italo Calvino

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Al Sur de la Frontera, al Oeste del Sol


Nací el 4 de enero de 1951. Es decir: la primera semana del primer mes del primer año de la segunda mitad del siglo XX. Algo, si se quiere, digno de ser conmemorado. Ésta fue la razón por la que decidieron llamarme Hajime (Principio).


Haruki Murakami

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Mañana en la batalla piensa en mi


Nadie piensa nunca que pueda ir a encontrarse con una muerta entre los brazos y que ya no verá más su rostro cuyo nombre recuerda. Nadie piensa nunca que nadie vaya a morir en el momento más inadecuado a pesar de que eso sucede todo el tiempo, y creemos que nadie que no esté previsto habrá de morir junto a nosotros. Muchas veces se ocultan los hechos o las circunstancias: a los vivos y al que se muere - si tiene tiempo de darse cuenta - les averguenza a menudo la forma de la muerte posible y sus apariencias, también la causa.

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6.2.07

Tal vez un Movimiento


(Relato de Obras Completas)


Hace tiempo que tengo una idea. Y como hace tiempo que tengo una idea, me recluyeron. Ahora estoy mejor. Pero estoy mejor por otra cosa: no porque me vaya curando de esa idea,sino porque ahora voy a poder realizar la idea. Antes tenía que trabajar en cosas que me sostuvieron la vida y no tenía tiempo de realizar la idea. Ahora, como estoy enfermo, me sostienen la vida de tal manera, que puedo realizar la idea.

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LA AGONÍA DEL BÚHO CHICO

I
Hasta el comienzo del primer invierno, los largos días se sucedieron en Cantosnegros con cierto aire de contenida ansiedad. Recordaban a todas horas. Soñaban despiertos. Hablaban mucho, como para llenar el gran vacío que los envolvía. A medida que pasaban las semanas, sus corazones se inflaban más y más de esperanza. Hacían planes pare el regeso a sus casas, pues nadie ponía en duda, por aquel tiempo, que iban a regresar. Hablaban de sus mujeres e hijos, de sus padres y amigos como quienes se encuentran de viaje y tienen previsto volver al hogar en unos pocos días. Algunos vivían en la creencia de que el tiempo se había detenido en el llano, congelando a hombres y mujeres, animales y plantas, ríos y arroyos. En otros habitaba la certeza de que los días en la sierra eran sólo parte de un espejismo. Casi todos habían olvidado el quejido de las balas, el retumbar de los junkers, el aullido de las ideas enfrentadas y hablaban sin cesar. Hablaban del pasado distante como si pudieran tocarlo con la punta de los dedos, esperando que una mañana, al despertar, alguno de ellos se diera cuenta de que todo había sido sólo un sueño dentro de otro sueño [...]
(La Agonía del Búho chico de Justo Vila. Del Oeste ediciones)


JUSTO VILA
Justo Vila nació en Helechal (Badajoz), en 1954, en el seno de una familia de jornaleros que emigró a las cuencas mineras de Asturias a principios de los sesenta. De regreso a Extremadura compaginó sus estudios con diversos trabajos (jornalero, albañil, educador, colaborador en prensa y radio, etc. Actualmente es Director de la Biblioteca de Extremadura.
Ha publicado, entre otros, los siguientes novelas: La agonía del búho chico (Badajoz, 1994; Ediciones del Oeste); Siempre algún día (Barcelona, 1998; Tusquets Editores); La memoria del gallo (Badajoz, 2001; Ediciones del Oeste).
Ha sido asesor de diferentes películas y documentales, entre los que cabe destacar el largometraje Silencio Roto, de Montxo Armendáriz; el documental del mismo sobre la guerrilla antifranquista; y cuatro documentales sobre los años de la República, la guerra y el primer franquismo, para la Consejería de Cultura.
Forma parte, entre otras, de la Asociación de escritores Extremeños, la Unión de Bibliófilos de Extremadura, La Sociedad E. de Amigos del País de Badajoz y la SEGUEF (Sociedad de Estudios de la Guerra Civil y el Franquismo), siendo uno de sus miembros fundadores, junto a Tuñón de Lara, Julio Aróstegui, etc.

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La vida exagerada de Marín Romaña


Mi nombre es Martín romaña y ésta es la historia de mi crisis positiva. Y la historia también de mi cuaderno azul. Y la historia además de cómo un día necesité de un cuaderno rojo para continuar la historia del cuaderno azul. Todo, en un sillón Voltaire.

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"NUBOSIDAD VARIABLE"

Ilustración: "La visita", Moritz von Schwind, 1855.
EDITORIAL ANAGRAMA, S. A.



I. PROBLEMAS DE FONTANERIA

Ayer, después de casi dos meses de tiempo inseguro y chaparrones intermitentes, que según parece han sido agua bendita para el campo, estalló por fin la primavera y la sentí bullendo provocativa a través de los cristales de la ventana. Fue la sombra fugaz de una paloma la que reveló, al desaparecer, ese raudal de luz que todo lo invadía con el asalto de su llamada, un tirón anacrónico hacia aventuras ya imposibles. Me acordé de que había soñado con Mariana León. Estábamos tumbadas en el campo mirando las nubes; antes habían pasado otras muchas cosas no tan placenteras, creo que me perseguían porque estaba implicada en un atentado, y es posible que allí encima de la hierba se lo estuviera contando a Mariana, aunque no estoy segura, ni tampoco de que ella viniera conmigo cuando lo de la persecución. De los sueños aterriza uno con la cabeza tonta y siempre se han perdido cosas fundamentales. La luz que entraba por la ventana, aunque parecida a la del sueño, solamente consiguió hallar eco en la arritmia de mi respiración, como un aleteo de mariposas agonizantes.
Eduardo ya se había levantado. Sin apartar los ojos de la ventana, estuve un rato inmóvil oyendo el ruido de la ducha, que venía a aumentar mi desazón colándose por la puerta del cuarto de baño [...]


Carmen Martín Gaite (1925-2000)

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David Copperfield

Si llegaré a ser el héroe de mi propia vida u otro ocupará ese lugar, lo mostrarán estas páginas. Para comenzar por el principio el relato de mi vida, diré que nací (según me contaron y así lo creo) un viernes, a las doce de la noche. Un detalle que no pasó inadvertido fue que el reloj empezase a sonar y yo a llorar al mismo tiempo.


Teniendo en cuenta el día y la hora de mi nacimiento, la partera y algunas comadres de la vecindad, que ya sentían un vivo interés por mí varios meses antes de que tuviéramos ocasión de conocernos personalmente, afirmaron, primero, que mi vida sería desgraciada y, después, que gozaría del privilegio de ver fantasmas y espíritus;estaban convencidas de que ambos dones iban inevitablemente unidos a todos los infortunados niños de uno u otro sexo que nacieran en Viernes a primeras horas de la madrugada.
No hablaré aquí de la primera de las predicciones, pues nada mejor que mi relato para revelar si ha resultado falsa o no. Con respecto a la segunda, me limitaré a señalar que,a menos que malgastara esa parte de mi herencia cuando era niño, todavía no he sentido su influjo. Pero no lamento en absoluto no haber entrado en posesión de dicho legado; y si alguien se encuentra disfrutando de él en el presente, estaré encantado de que lo conserve.
Charles Dickens "DAVID COPPERFIELD". Trad. Marta Salís


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La Regenta


La heroica ciudad dormía la siesta. El viento Sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte. En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles. Cual turbas de pilluelos, aquellas migajas de la basura, aquellas sobras de todo se juntaban en un montón, parábanse como dormidas un momento y brincaban de nuevo sobresaltadas, dispersándose, trepando unas por las paredes hasta los cristales temblorosos de los faroles, otras hasta los carteles de papel mal pegado a las esquinas, y había pluma que llegaba a un tercer piso, y arenilla que se incrustaba para días, o para años, en la vidriera de un escaparate, agarrada a un plomo.

Leopoldo Alas "Clarín"

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Memoria de mis putas tristes


El año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor loco con una adolescente virgen. Me acordé de Rosa Cabarcas, la dueña de una casa clandestina que solía avisar a sus buenos clientes cuando tenía una novedad disponible. Nunca sucumbí a esa ni a ninguna de sus muchas tentaciones obscenas, pero ella no creía en la pureza de mis principios. También la moral es un asunto de tiempo, decía, con una sonrisa maligna, ya lo verás. Era algo menor que yo, y no sabía de ella desde hacía tantos años que bien podía haber muerto. Pero al primer timbrazo reconocí la voz en el teléfono, y le disparé sin preámbulos:
- Hoy sí.

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Un mundo para Julius

Julius nació en un palacio de la avenida Salverry, frente al antiguo hipódromo de San Felipe; un palacio con cocheras, jardines, piscina, pequeño huerto donde a los dos años se perdía y lo encontraban siempre parado de espaldas, mirando, por ejemplo, una flor; con departamentos para la servidumbre, como un lunar de carne en el rostro más bello, hasta con una carroza que usó tu bisabuelo, Julius, cuando era Presidente de la República, ¡cuidado!, no lo toques, está llena de telarañas, y él, de espaldas a su mamá, que era linda, tratando de alcanzar la manija de la puerta. La carroza y la sección de la servidumbre ejercieron siempre una extraña fascinación sobre Julius, la fascinación de “no lo toques, amor; por ahí no se va, darling”. Ya entonces, su padre había muerto.

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La invención de Morel

Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro: el verano se adelantó. Puse la cama cerca de la pileta de natación y estuve bañándome, hasta muy tarde. Era imposible dormir. Dos o tres minutos afuera bastaban para convertir en sudor el agua que debía protegerme de la espantosa calma. A la madrugada me despertó un fonógrafo. No pude volver al museo, a buscar las cosas. Hui por las barrancas. Estoy en los bajos del sur, entre plantas acuáticas, indignado por los mosquitos, con el mar o sucios arroyos hasta la cintura, viendo que anticipé absurdamente mi huida. Creo que esa gente no vino a buscarme; tal vez no me hayan visto. Pero sigo mi destino; estoy desprovisto de todo, confinado al lugar más escaso, menos habitable de la isla; a pantanos que el mar suprime una vez por semana.

Adolfo Bioy Casares

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Los Suicidas


Mi padre se quitó la vida un viernes por la tarde.

Tenía 33 años.

El cuarto viernes del mes próximo yo tendré la misma edad.


Antonio Di Benedetto

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Mortal y rosa


"Cuando me arranco al bosque de los sueños, a la selva oscura del dormir, y me cobro a mí mismo, me voy lentamente completando. Porque he dejado de interesarme por mis sueños. A la mierda con Freud."

Francisco Umbral

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Bajo siete mares

–Allí todo es tan distinto que no podéis llegar a imaginarlo. Apenas se entra en el agua ya os rodean toda clase de peces de mil y mil colores; grandes y pequeños; de tan diversas formas que me llevaría tres días explicároslo.

»Ninguno huye, como ocurre aquí, en el Mediterráneo, sino que se aproximan y suben desde las profundidades para ver qué nueva especie es la que invade su mundo. Es fabuloso el colorido, la variedad, la cantidad e incluso los tamaños. De igual modo encontraréis minúsculas mariposas de mar que tranquilos peces luna, hasta llegar a los meros gigantes y a los tiburones de tres y cuatro metros de longitud.

»¿Qué podría contaros de las mantas? De ellas no se puede decir más que una cosa: id a verlas. Son como gigantescos murciélagos que nadan lentamente, con las enormes fauces abiertas de par en par, llevando ante ellas cuatro o cinco diminutos peces piloto. A veces llegan a pesar quinientos, setecientos, y hasta más kilos.

»¿Diablos? ¿Quién lo ha dicho? Prefiero tres de esas mantas diablo de diez metros de envergadura a un solo tiburón-tigre de no más de cuatro metros, aunque en principio os hagan pasar más miedo que todos los tiburones juntos, pues su aspecto es verdaderamente aterrador.


Alberto Vázquez-Figueroa

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